RESIDENCIA DEL C.P.E.E




PUERTA DE SANTA MARÍA








jueves, 11 de marzo de 2010

EL PELELE (cuento)

EL PELELE

Era época de carnaval, y en el colegio se tenía por costumbre celebrar una fiesta y en ella mantear un pelele, por lo que los internos esperaban este día con ansiedad.
Algunos chicos mayores: Raúl, Nacho, Natalia, Mar y Carlos acompañaron al educador, recogiendo todo lo necesario para la fabricación del pelele: camisa, pantalones, calcetines, papel, ..., y en medio de un gran jubileo consiguieron lo necesario.
Desde la puerta de su sala, Arturo y Daniel miraban entusiasmados todas esas entradas y salidas, por lo que haciendo un esfuerzo trasladaron su silla de ruedas hasta donde estaban los demás. Arturo se esforzaba por hacer bolas de papel, no era muy rápido pero colaboró como el que más.
Natalia y Mar cosieron las manos, que eran guantes de goma, a la camisa y ésta a los pantalones, rellenaron su interior hasta que tomó la forma de un muñeco, al final le cosieron la cabeza al cuerpo y le pusieron una careta muy simpática por lo que el desproporcionado cuerpo no intimidaba. Había que ponerle un nombre, y este cometido se lo dejaron a Arturo por ser el más pequeño.
-Está bien -dijo Arturo- le llamaremos Juanón, por lo grande que es y en honor a Juanillo que tanto pánico le tiene.
Una pequeña discusión entre Raúl y Nacho desvió la atención de todos, la señorita Irene tuvo que intervenir, que gracias a la rapidez de sus reflejos no salió mal parada. Natalia se dirigió a Raúl increpándole:
-Es que no puedes hacer las cosas bien. Siempre tienes que buscar bronca.
A lo que Raúl le contesto:
-¡Vale tía! No es para que te pongas así.
Es curioso lo dóciles que se vuelven los chicos cuando están enamorados. Ante Natalia es como un corderito, hace lo que ella quiere.
Ya era tarde, vistieron una silla, y sentaron al pelele que, a media luz, parecía una persona de verdad.
Bajaron a cenar, los chicos estaban muy alterados, la aproximación de la fiesta y el ambiente les había creado un poco de excitación. Sin saber cómo se oyó un grito escalofriante, un silencio sepulcral se hizo en el comedor, dos o tres señoritas acudieron al lugar de donde provenía. El suspense les mantenía boquiabiertos hasta que aparecieron con la señorita Paula, la cara como una muerta, blanca como la nieve, pero nadie decía nada. La intriga, de no saber qué había pasado, iba creciendo por momentos, hasta que uno de los chicos preguntó:
-¿Seño, qué ha pasado?
-Nada por lo que debamos preocuparnos -contestó la señorita Irene-. Pero la señorita Paula si que se ha llevado un buen susto al ver el pelele sentado en la silla,
apenas había luz y no se distinguía bien que es lo que era, eso es todo.
Siguieron cenando con normalidad, pero muy pensativos. Arturo se preguntaba el porqué impresionaría tanto ese muñeco. Pensó en Juanillo, en el pánico que le tenía al pelele y cómo se le descomponía el cuerpo cuando se lo acercaban.
Más tarde se fueron a la cama, y con la imagen de todo lo que había pasado Arturo se quedó dormido. No pasó mucho tiempo cuando, de sus sueños, despertó con un grito. La señorita Irene acudió y maternalmente le acunó en sus brazos.
-No te preocupes -le dijo-. Ha sido sólo un sueño. Todo ha pasado.
Pero Arturo no se conformó con eso, tenía que contar su sueño para recordarlo más tarde; le había parecido tan real que, apoyado en la cabecera de su cama, comenzó de esta manera:
-En un momento vi cómo las piernas deformadas del pelele se movían al igual que su cabeza, de un lado para otro, con aspecto burlón, pero mirada simpática. Me alargó su mano invitándome a ir con él, cuando mi mano se cogió a la suya, por un momento, sentí miedo. ¿Cómo podría sujetarme un muñeco de trapo y papel? pero
me tranquilizó su sonrisa; y sin saber cómo, me encontré de pie, mis piernas se movían a un ritmo que jamás hubiera imaginado. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué fuerza me arrastraba a hacer cosas para mí imposibles?.
El pelele me sonrió adivinando mis pensamientos y me dijo:
-Si tienes confianza en ti mismo podrás hacer muchas cosas, fortalece tu voluntad, tienes limitaciones y eso lo sabes, pero puedes superar una gran parte de ellas con lo que te sentirás mejor y estarás más contento. Si quieres conseguir algo tienes que esforzarte, es un reto en la vida. ¡Quién algo quiere, algo le cuesta!
De pronto mi mano se escapó de su mano y tuve la sensación de caída libre, estaba tan absorto escuchándole que ni me había dado cuenta de que nos habíamos elevado por los aires. Conforme iba cayendo, por mi mente pasaron multitud de pensamientos. ¡Qué pasaría ahora? ¿Me estrellaría?....( si andar no puedo, volar mucho menos) y en esta situación angustiosa me he despertado agarrado a las sábanas, con los brazos en cruz y las piernas abiertas como si realmente hubiese caído desde arriba.
La señorita lo tranquilizó, le arrulló por un momento y se despidió con un beso.
Pero Arturo no podía dormir, le obsesionaba el sueño; podía ser una premonición, él creía mucho en esas cosas. Todo esto le hizo pensar y se propuso trabajar más los ejercicios que hacía con la fisioterapeuta. Quizá su ilusión por andar algún día se hiciese realidad y, en esos pensamientos, se durmió.
Al día siguiente todo amaneció con aire de fiesta: canciones, música... Por la tarde jugaron un partido de fútbol con chicos de otro colegio, - algunas veces se hacían estas actividades para potenciar la integración- el resultado fue apoteósico, los chicos de Educación Especial tenían gran habilidad para jugar al fútbol, por lo que al equipo contrario, les hicieron sudar bastante. El partido se desarrolló con una gran deportividad y, una vez finalizado, todos se felicitaron en armoniosa camaradería.
Entre risas y bromas acabaron con la suculenta merienda, después todos participaron en los preparativos para mantear al pelele y luego quemarlo (como se hacía tradicionalmente).
Todos los chicos estaban encantados con este acontecimiento, menos Arturo que distante, desde su silla de ruedas, no participaba de la algarabía de sus compañeros. Su semblante se quedó pensativo, por primera vez no se divertía con esto. Cuando los chicos se cansaron de mantear el pelele, se encendió una hoguera y fueron echando lo que quedaba de él.
Entonces Arturo, con la cara enrojecida por el resplandor del fuego y un nudo en la garganta, se dio la vuelta girando con dificultad las ruedas de su silla, y se alejó con lágrimas en los ojos.
Este pelele significaba mucho para él, le había dado confianza en sí mismo, ya no se sentía inferior a otros chicos, pudo hacer partícipes a los otros de sus habilidades y empezó a aceptarse a sí mismo.
El pelele había desaparecido, pero su sueño seguía vivo.

Presen Pérez

lunes, 8 de marzo de 2010

HOLA, BIENVENIDOS TODOS.


YA TENEMOS BLOG . Podemos vernos y recordar los momentos.

En residencia estamos para las actividades de ocio y tiempo libre: Los A.T.E Y EDUCADORES componemos el Equipo, con las peculiaridades propias de cada uno:










La noticia llegó y el carnaval apareció, compañeros-as, todos a colaborar.

Os deseamos Feliz CARNAVAL. Vamos a contar una historia tradicional que rememoramos por estas fechas todos los años.
CELEBRAMOS UNA FIESTA.

Esta fiesta de “peleles” se celebra el jueves anterior al carnaval, conocido en otros lugares

En esta zona nuestra de la MANCHA celebramos “jueves-lardero”: es una reuniòn, merienda y preparaciòn Carnavalera. Nuestra historia -cuento real- “EL PELELE Y LA PELELA, DE FIESTA” en ella participamos todos (grandes y pequeños). Es una actividad más, cuyo objetivo es pasarlo bien, trabajar, disfrutar, cantar, saltar,
comer y bailar.
¡¡¡PROHIBIDO ENFADARSE!!!